El Anfiteatro de Tarraco fue el último edificio de ocio y espectáculos públicos que se construyó en la ciudad. Se edificó en el siglo II y estaba muy relacionado, al igual que el Circo, con el Culto Imperial y el Concilium Provinciae. Hay que tener en cuenta que la construcción de este edificio fue financiada por el flamen de la província, el principal cargo sacerdotal del culto al emperador.
A principios del siglo III, durante el mandato del emperador Heliogábalo, se realizaron trabajos de reformas. Estas reformas quedaron especificadas en una inscripción gigantesca que se colocó al pié de las gradas y que rodeaba toda la arena del estadio.
Tenia una capacitat aproximada per a uns 14.000 espectadors, que es distribuïen segons un rigorós ordre social: els ciutadans més il·lustres s’asseien a les grades inferiors (imma cauea), la resta de la graderia (media i summa cauea) era ocupada per la resta de la població, de més a menys importància social, estrangers, i finalment els esclaus. A la façana de mar, al centre de la graderia, es pot observar la gran tribuna on hi seia la presidència dels jocs, que podien ser els magistrats, el governador provincial o el flamen.
Se trata de un edificio elíptico levantado en un lugar que préviamente había sido un lugar funerario. Se erigió junto al mar y aprovechando la pendiente d ela colin ay su sustrato geológico (la roca madre del suelo) para tallar parte de las gradas. El resto de la graderia del edificio se construyó sobre vueltas de opus caementicum (cemento)y de opus quadratum (sillares de piedra).
Tenia una capacidad aproximada para unas 14.000 espectadores, que se distribuían según un riguroso orden social: los ciudadanos más ilustres se sentaban en las gradas inferiores (imma cavea); en el tramo medio de las gradas (media cavea) se sentaba el resto de la población ciudadana de más a menos importancia social a medida que ascendemos hacia las gradas superiores; y los no-ciudadanos, como los esclavos, ocupaban las gradas superiores (summa cavea).
En la fachada marítima, en el centro de las gradas, se encontraba la gran tribuna donde se sentaba la presidencia de los juegos: magistrados, gobernadores provinciales, el flamen, etc.
Entre la Arena y la Cavea se encontraba el muro perimetral de protección o podium y los dos grandes accesos a la arena: la Porta Triumphalis, que facilitaba la solemne entrada de los gladiadores, y la Porta Libitinaria, que daba salida a los caídos en combate.
En el centro de la arena actualmente aún se pueden ver claramente las fosas donde se guardaban las fieras y donde los gladiadores esperaban su turno. Estas fosas no estaban habilitadas para las representaciones de Naumachia (batallas navales), pero si que disponían de montacargas que a partir de un sistema de poleas y contrapesos, elevaban las jaulas de los animales salvajes, los gladiadores y todos los elementos de decorados y armas que se podían utilizar durante el espectáculo.
Vistes de Església de la Mare de Déu del Miracle i de l’Amfiteatre al 1890
En estas fosas también se localizó un espacio de culto: en el extremo norte de la fosa trasnversal, se encontró una capilla (sacellum) con una pintura al fresco dedicada a la diosa Nemesis, protectora de los gladiadores.
En el centro de la arena y ocupando una buena parte de estas fosas, encontramos dos edificios superpuestos que no forman parte del edificio romano: una basílica visigoda del siglo VI dedicada a San Fructuoso (silueta lila) y una iglésia románica del siglo XII dedicada a la Virgen del Milagro, encima de la anterior (silueta amarilla).