El teatro de Tarraco se construyó en época de Augusto, cuando la monumentalización de la ciudad precisó de un espacio para nuevos usos de ocio, espacio que no le podía faltar siendo la capital de la Hispania Citerior o Tarraconensis. La pendiente natural de la colina sobre la que se fundó Tarraco y la proximidad de la zona portuaria y del Foro Colonial (y su nueva basílica jurídica), hacían del lugar donde se emplazó el teatro el más apropiado para ello, y lo hizo encima de los restos de las antiguas construcciones relacionadas con el puerto.
La construcción del teatro también se debe relacionar con la reforma del Foro de la Colonia, de esta misma época, y de una clara voluntad escenográfica del conjunto teatro-forum que quedaba articulado en dos alturas, dominando la ciudad desde la entrada marítima.
Ya en el s. III, el sector monumental anexo fue ocupado por nuevos edificios. Los muros de estas construcciones están realizados con materiales reaprovechados procedentes del saqueo del entorno. En el s. III, quizá afectado por algún incendio, el teatro ya no jugaba un papel tan importante en la sociedad de Tarraco y su restauración fue rechazada. Heliogábalo hizo restaurar el Anfiteatro en la misma época, y ésta demuestra cómo la sociedad ya tenía nuevas aficiones.
Detrás del escenario se alzaba un gran muro (scaenae frons), cuya altura era la misma que la de la gradería. Actualmente sólo quedan sus cimientos, pero debemos imaginarnos una fachada de tres pisos ricamente decorada con órdenes de columnas superpuestas formando nichos y exaedros en los que se localizaban numerosas estatuas de dioses y sucesivos personajes del panteón imperial. En el muro se abrían tres puertas (valvae) que permitían la salida de los actores. A este gran muro decorado y a sus sucesivas restauraciones pertenecen los elementos almacenados en el Museo Arqueológico: capiteles corintios de distintos tamaños, cornisas, frisos y dos fragmentos de la inscripción dedicatoria con los títulos imperiales incompletos.
Junto al teatro se diseñó un gran espacio ajardinado, que permitía una entrada y salida plácidas de los espectadores privilegiados que se sentaban en la orchestra y en las primeras gradas (es decir, el ordo decuriorum y el ordo equestre). Construido a la vez que el Teatro, este espacio tenía incluido un ninfeo situado en el centro de un gran muro ciego, decorado con pilastras, que forraba el desnivel de la colina. El agua del ninfeo iba a parar a un enorme estanco central de casi 4 metros de profundidad, con fuentes situadas en los extremos.
Vista des de mar del Port, el Teatre amb el Nimfeu i el Forum Colonial de Tarraco al s.II |